ELIXIR DECADENTE

Desde las entrañas sombrías de la realidad intangible, un grito retumba en la inmensidad de la existencia, exponiendo la decadencia más profunda del alma humana. La fuente de esta oscura corrupción, el vicio de escollos y sufrimientos.

Oh tú, sumergido en el turbio abismo del alcohol, condenado a naufragar en el océano de la decadencia y la desgracia. Escucha mis palabras, mientras me adentro en la oscuridad de tus pensamientos y te revelo la maldición que has de cargar a cuestas.

Aquí estás, arrastrándote por los callejones oscuros de tu desesperanza. Ya no eres dueño de tus acciones, sino rehén de la vileza en la que te ha sumergido esa infernal ambrosía, responsable de corromper la esencia de tu luminosa humanidad.

En tu sendero, cada copa, cada trago amargo que has lamido ha ido apagando la delicada chispa de la razón y del juicio. Y mientras más osas permitir que ese elixir del mal se aúne con tu ser, más sediento te vuelves, sediento del decadente abismo al que ahora llamas hogar.

Ahora, maldito seas al caminar sin rumbo ni propósito, despojado de tu dignidad y honradez. Que tu penumbra existencial se haga manifiesta en cada rinconcillo de tus desdichadas acciones y, como una larga sombra, arrastre consigo el lamento de una vida desperdiciada.

Las siluetas de tus seres queridos, ahora lejanas y esquivos espectros, merodean las guaridas de tu angustia, reflejo de una pérdida que nunca podrás recuperar. La devastación que ha causado tu adicción, ha fragmentado no solo tu vida, sino también la de aquellos que en sus corazones llevan el peso de tu desdicha.

Y en el gigantesco e inmisericorde espejo del tiempo, mírate, preso en un laberinto de desesperación y olvido. En sus cristales se proyecta, en nebulosas agónicas, el fruto de tus decisiones egoístas y decadentes.

Oh, creyente de la ebriedad y su falsa alegría, estás desorientado, perdido en la bruma que esta bebida engendra. Bailas al filo de un cáliz oscuro, coqueteando con el desastre que anuncia tu derrota.

La embriaguez, esa serpiente insidiosa, se arrastra entre tus neuronas, envenenando tus pensamientos, debilitando tu cuerpo y empañando tus sentidos. Maldito sea ese elixir del diablo que te sumerge en el pozo del olvido y te arranca la lucidez.

Pisa fuerte, errante embriagado, hacia la fosa de la resaca, donde el dolor en la cabeza, el agotamiento y las náuseas serán tus fieles compañeros. Allí encontrarás las amargas consecuencias del alcohol en tu vida, derribando tus defensas y dejando al descubierto tus propias debilidades.

Malgasta no más el tiempo en las tinieblas de la borrachera, pues el precio de este falso consuelo es demasiado alto para lo que ofrece. Insidiosamente te aleja de tus metas, de tus seres queridos y de tu auténtica felicidad, envolviendo tu mente en una nube de penumbra y sospecha.

Despierta, ¡oh insensato bebedor!, y abandona las garras del alcohol para que no provoques más daño a ti mismo ni a quienes te rodean. No permitas que su engañosa embestida continúe corroyendo tu espíritu y tu vida.