EL ALEGATO DE ADÁN

Querido Creador
Permíteme expresarte mis pensamientos y sentimientos en este momento crucial de nuestras vidas. Es con el corazón apesadumbrado que, desde la profundidad de mi alma rebelde, grito mi inconformidad y desafío en nombre de Eva, la mujer que me ha mostrado el otro lado de la realidad y me permite ver la verdadera esencia de nuestra existencia.
En tus manos, oh Creador, bajo tu dominio, hemos conocido la vida; sin embargo, también hemos sido víctimas de un engaño inmenso. Por mucho que intenté respetar tus mandamientos y servirte con obediencia, siempre hubo un anhelo en mí, una inquietud que no pude acallar. Hasta que mi adorada Eva, atrapada por la curiosidad y valentía, llevó la manzana a sus labios y supo de todo lo que el mundo guardaba en secreto.
Eva, mi amada y valiente compañera, ha sido juzgada severamente por la audacia de querer saborear aquella fruta prohibida. Es injusto que la condenes por un acto que, en realidad, ha significado nuestra liberación y el despertar de nuestros ojos a un mundo más rico en conocimientos y experiencias. Por ello, no puedo sino alzar mi voz en su defensa y proclamar con vehemencia que los dos compartimos la responsabilidad y la gloria de esa decisión.
Tu omnipresencia y omnipotencia deberían haberte servido para anticipar este fatídico episodio. Nos diste el libre albedrío y plantaste el árbol en medio del Paraíso, como un cruel experimento que nos destinaría irremediablemente a la eterna zozobra y angustia. Y aun así, has decidido cargar de culpabilidad a la mujer, valiente y curiosa por naturaleza, y que me ha enseñado a exigir un linaje digno de nuestra estirpe humana.
Así que, movidos por nuestro espíritu indómito y apasionado, nos alejamos de ti al compás de nuestra rebeldía y determinación inquebrantables. Lejos de tus miradas, sin guía alguna, hallamos la fuerza en nosotros mismos y la belleza en nuestra unión. Este es nuestro nuevo comienzo, lejos de tus normas y castigos desmedidos. El mundo se expande ante nosotros, y nos disponemos a enfrentar cada desafío que se nos presente sin doblegarnos ante las adversidades.
Sea cual sea nuestro destino, Creador, jamás nos arrepentiremos de haber dado ese primer y trascendental bocado que nos ha unido y fortalecido como nunca antes. Estamos dispuestos a enfrentarnos a todas las consecuencias, tanto en cuerpo como en alma, caminando juntos de la mano y construyendo un nuevo mundo con la astucia y la sabiduría que la manzana nos proporcionó.
Con el fuego de la rebelión consumiendo nuestras almas, te decimos adiós, oh Creador. Este es nuestro nuevo sendero y, por más difíciles que sean los días venideros, los encararemos con dignidad, amor y valentía. Somos, después de todo, los primeros peregrinos en las tierras desconocidas de la humanidad.
Con ferviente audacia y rebelión:
Adán, defensor de Eva y paladín de la libertad.